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COVID-19: la industria farmacéutica también se reinventa




Docente de BIODEMECUM


La crisis sanitaria del coronavirus ha obligado a que la mayoría de las compañías de todos los sectores hayan tenido que readaptarse y trabajar de una forma diferente, y han tenido que introducir procesos innovadores y eficientes.



Dejando ahora a un lado la readaptación en lo relativo a medidas de recursos humanos, procesos o distribución, las farmacéuticas no han sido una excepción a la hora de reajustar e innovar en sus pipelines.


Biofarmacéuticas especializadas en vacunología, inmunología o en microbiología reorganizaron radicalmente sus planes operativos anuales y abrieron líneas para trabajar en vacunas, tratamientos o diagnósticos contra el COVID-19. En pocas semanas pusieron en marcha plataformas que tenían en investigación o en desarrollo y empezaron a generar resultados.


Otras muchas, no especializadas en estos sectores se lanzaron a investigar en candidatos vacunales poco desarrollados hasta el momento (RNA, nasales, diseñadas por inteligencia artifical, etc) o alternativas de tratamientos. Apenas unas semanas después de declararse la pandemia, ya existían más de 200 candidatos de vacunas, decenas de compañías montando plataformas diagnósticas y otras tantas investigando en alternativas de protección o tratamiento. Incluso algunas tiraron de productos antiguos o con otras aplicaciones y los pusieron en la batería de estudio para investigar su posible efecto en el coronavirus. Todo esto supone una idea clara de la capacidad de adaptación e innovación que conserva la industria farmacéutica y no es de extrañar que algunas de ellas alcanzaran máximos históricos en Bolsa durante el primer semestre del año. Sin embargo, muchas otras no han necesitado modificar su estrategia ni su portfolio, y han continuado con sus líneas de investigación y sus procesos. Y esto no significa ausencia de innovación, sino que han dirigido sus esfuerzos a innovar en procesos que les permitieran seguir dando servicio.


Biofarmacéuticas especializadas en vacunología, inmunología o en microbiología reorganizaron radicalmente sus planes operativos anuales y abrieron líneas para trabajar en vacunas, tratamientos o diagnósticos contra el COVID-19. Otras muchas, no especializadas en estos sectores se lanzaron a investigar en candidatos vacunales poco desarrollados hasta el momento.

Al igual que hace 500 años cuando la primera expedición española que dio la primera vuelta al mundo abrió nuevas rutas para el futuro de la humanidad, la crisis sanitaria y su efecto han abierto también nuevas vías hacia la innovación y la diferenciación.


Se ha puesto de manifiesto que existen otras formas de trabajar y que sobre todo, se pueden y deben modificar conceptos como tiempo de lanzamiento al mercado o millonarias inversiones. Lo que hasta hace unos meses suponía inversiones sin fondo, con plazos de 12 a 15 años de trabajo, autorizaciones o estudios interminables, negociaciones con agencias, etc, hoy se ha demostrado que este sistema era enormemente ineficaz. Y lo más importante, parece que puede hacerse de una forma mucho más racional. Se abre una nueva era en la que tendremos que sentarnos alrededor de una mesa a valorar todo esto.


La pandemia también ha modificado los sistemas relacionales entre la industria y los profesionales de la salud y las relaciones con el paciente. El número de eventos científicos, conferencias y congresos cancelados o postpuestos a nivel mundial, ha sido innumerable. En otras ocasiones la opción virtual se ha impuesto. Los congresos presenciales de miles de personas se han realizado con formatos no vistos hasta el momento, y la discusión y el intercambio de conocimientos y opiniones se ha mantenido. Un formato que también nos hará repensar cómo pueden ser estos eventos en el futuro. Seguro que la parte virtual ha venido a quedarse. Respecto a las relaciones con pacientes, las farmacéuticas han comprendido la necesidad de trabajar aún más con herramientas digitales e integradas, de manera que se garantice el inicio y seguimiento de los tratamientos y se pueda gestionar la monitorización de los pacientes y el progreso del tratamiento.


Los ensayos clínicos y las investigaciones de primera línea también se han visto alteradas. Ahora nos enfrentamos a analizar cómo se corrigen las desviaciones o retrasos que la pandemia ha producido en este campo. Se estima que más del 55% de los ensayos clínicos que estaban en marcha antes de la pandemia se han detenido o ralentizado, que ha habido importantes retrasos en el reclutamiento de pacientes y que muchos de ellos han tenido que abandonar los tratamientos.


La pandemia también ha modificado los sistemas relacionales entre la industria y los profesionales de la salud y las relaciones con el paciente. Seguro que la parte virtual ha venido a quedarse. Respecto a las relaciones con pacientes, las farmacéuticas han comprendido la necesidad de trabajar aún más con herramientas digitales e integradas, de manera que se garantice el inicio y seguimiento de los tratamientos y se pueda gestionar la monitorización de los pacientes y el progreso del tratamiento.

Evidentemente el trabajo y los trabajadores de la industria farmacéutica también han cambiado sus hábitos. Un tercio de los trabajadores afirma que se puede trabajar diferente a como lo hacía antes y muchos han sido capaces de trabajar con más herramientas virtuales e identificado nuevas vías de relación con clientes, de formación o de contactos con sus colegas. Queda pendiente cómo se podrá gestionar la investigación a distancia.


Y si en el mundo de la innovación, el negocio y la regulación, es evidente que tenemos que seguir trabajando, la pandemia también nos ha mostrado la importancia de los departamentos de investigación y desarrollo como pilar básico de la industria biofarmacéutica.


Se han abierto debates acerca de cómo debe hacerse una política eficiente de financiación de la I+D, se ha puesto en contexto la necesidad de trabajar en prevención y en enfermedades emergentes y se ha consolidado la necesidad de establecer consorcios de trabajo donde cada uno aporta su experiencia en el sector.


Igualmente se ha evidenciado que costosas tecnologías pueden desarrollarse mucho más rápido de lo esperado, que otras incipientes cómo la inteligencia artificial marcará el ya presente y el futuro inmediato, y que la investigación aplicada será un pilar básico en el futuro, cómo lo venía siendo hasta ahora.



…parece claro que se abre un abanico de oportunidades para profesionales de la ciencia y jóvenes licenciados.



La industria farmacéutica tiene que jugar un papel decisivo en el desarrollo de nuevos y mejores tratamientos y vacunas para ayudar a controlar la pandemia, y parece claro que se abre un abanico de oportunidades para profesionales de la ciencia y jóvenes licenciados. Ya se están necesitando importantes inversiones, mano de obra y talento para ayudar a vencer la crisis del coronavirus, pero también para empezar a trabajar en el futuro de nuestros fármacos y de los sistemas de salud. Una oportunidad para encontrar salidas profesionales en el sector. Las compañías que sean capaces de innovar de forma rápida y eficiente, que sean capaces de afrontar desafíos y convertirlos en oportunidades únicas y que se rodeen de expertos científicos que hagan posible la transición, son las que marcarán el éxito de futuros proyectos.


Jerónimo Carnés es doctor en Biología, colegiado en el COB de la Comunidad de Madrid y Director de I+D. de la Unidad de Alergia e Inmunología (Humana y Veterinaria) en Laboratorios LETI. S.L. En Biodemecum imparte el curso Industria Farmacéutica y Biotecnológicas. Visión 360º para el acceso y desarrollo profesional


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